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 EXPOSICIÓN 

"Arkitekturas Nativas de Arica y Parinacota"

Con respeto a las comunidades andinas de Arica y Parinacota, hemos seleccionado algunas fotografías de sus caminos troperos, terrazas, tambos, corrales, estancias, apachetas, cementerios, calvarios, templos y poblados. El saber habitar andino, el Suma Qamaña, registrado desde hace más de 10.000 años en esta región fascinante de Arica y Parinacota, se manifiesta aún de manera espontánea, sabia y ejemplar, en estas manifestaciones culturales, en estas arkitekturas nativas, conectadas, hitos del paisaje sagrado. Las comunidades preservan en su pueblos-tesoros y en sus territorios ancestrales, la profunda conexión-amor con la Madre Naturaleza, la Pachamama, el respeto por las abuelas y abuelos y la responsabilidad para con las nuevas generaciones que vienen. Un habitar responsable que debemos volver a mirar y caminar, con mucha atención... Sarañani!

 

Fotografías de Cristóbal Correa, fundador y colaborador permanente de Fundación Altiplano.

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Cristóbal Correa M.

Nacido en 1974 en Santiago, Chile, Cristóbal Correa Montalva, luego de terminar sus estudios de Geografía en la Universidad Católica de Chile, se ha dedicado intensamente a fotografiar la naturaleza de nuestro país. Además de editar sus propios libros y otros por encargo, administra un completo banco de imágenes de Chile y realiza registros fotográficos para diferentes empresas y organizaciones.

“Tenemos mucho que aprender de la arquitectura anterior a que se convirtiera en un arte de especialistas. Los arquitectos anónimos demuestran un admirable talento para insertar los edificios en sus contextos naturales. En vez de intentar conquistar la naturaleza, como hacemos nosotros, ellos abrazaban los agentes climáticos y los condicionantes topográficos” 

- “Arquitectura sin arquitectos”, Bernard Rudofsky.

 

La Historia de la Arquitectura, escrita con mayúscula y protagonizada por los grandes Maestros y sus obras, se ha caracterizado no solo por relatar los hechos e hitos de un occidente delimitado más cultural que geográficamente, sino que ha servido también para mantener vivos los (des)equilibrios del poder, es decir los resabios del colonialismo y la desigualdad económica. Este desequilibrio se ha materializado también en las construcciones y la habitabilidad de nuestras ciudades y pueblos.  Si bien los esfuerzos por visibilizar y aprender de aquellas obras que han quedado fuera de esta Historia han proliferado en las últimas décadas, hoy este discurso —y más importante aún, esta manera de hacer—  se vuelve especialmente relevante al presentar una alternativa viable (si es que no la única) a las técnicas que han llevado a la pérdida de equilibrio en nuestra ecología, entendida en su dimensión natural, social y humana. Las arquitecturas nativas de la región, realizadas por estos “arquitectos anónimos” como identifica Rudofsky, se insertan de manera modesta y respetuosa en los paisajes del altiplano, respondiendo a un clima marcado por temperaturas extremas y a la escasez de materiales constructivos. En su sensible diálogo con el entorno que las sustenta, estas arquitecturas y los paisajes culturales que entretejen, se presentan como territorios de coexistencia entre las tradiciones locales, las actividades productivas como la ganadería y la agricultura, la sustentabilidad en la construcción y las capas de historia de las culturas dejadas al margen de la Historia de la Arquitectura.

Las fotografías seleccionadas reflejan la intención de visibilizar y aprender de la compleja riqueza que subyace a estas aparentemente simples obras de arquitectura anónima, en un momento donde se vuelve necesario repensar las formas de habitar y relacionarnos con nuestro entorno.

Luciana M. Truffa

Las transformaciones de las comunidades indígenas han sido una constante por más de cien años, donde los pueblos precolombinos han visto alterado su territorialidad y espacios culturales, sin embargo, un mecanismo estratégico de sincretización, ha conllevado a la preservación de sus costumbres y conversión de la identidad territorial, con el objetivo de proteger el valor cultural y sus manifestaciones. Patrimonio Andino auténtico, cuyo modo de construir nace del modo de mirar, de entender y respetar el cosmos, su paisaje, el Suma Qamaña (buen vivir), expresión genuina que refleja equilibrio y complementariedad de un todo vivo, manifestado en construcciones evocadoras de memoria, huella de manos arquitectas intuitivas, guiadas por el instinto de una forma de vida armoniosa, haciendo uso de los materiales brindados por la Pachamama.


Construcciones tradicionales en adobe y piedra, vestigio de un pasado humilde e innumerables veces desvalorado por la globalización y mercantilización de los recursos. De allí la importancia de visibilizar la magnánima Cultura Aymara, Paisaje Andino, que transmite saberes tangibles e intangibles para la educación de las futuras generaciones; quienes son los responsables y herederos de este Paisaje Cultural, construyendo un futuro desde la huella de sus antepasados “Quiparu nayraru uñtas sartañani”, mirando atrás vamos a ir adelante (Estermann, Josef. 2012) y reconociendo “utasa”, nuestra casa, como un todo indisoluble desde el origen y bondades provistas por la Tierra.

Karla Condori Catacora

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